Antes un flash back de esos cortos y precisos…
Tiempo ha pasado ya desde aquellos días en que no importaba mucho de dónde saliera la información, si los locutores eran correctos o comunicaban sobre temas predecibles sin fondo. Eso quedó varado en las costas de nuestro Chile casi a mitad del siglo pasado.
Ya los jóvenes no pasan escuchando (ni quieren) 3 horas diarias aproximadamente pegados al lado de una radio; ya el almuerzo y cena familiar no gira en torno a los contundentes programas radiales y ya los medios de difusión en general cambiaron a la radio por la red como medio vertebral a la hora de otorgar información de todo tipo. Ahora el mundo gira e torno a la información virtual. Y se espera aún más…
... antes de ir llegando al punto interesante
Para muchos de nosotros los días antes, durante y después de la dictadura pasaron como en un sueño; sabiendo sólo lo superficial, así como un reflejo de imágenes de lo que fue y de lo que no fue porque muchas voces nos dan diferentes análisis y puntos de vista. Algunos hablan con toques y re-toques pero lo más simple queda en nuestra mente: un período confuso y, como siempre, con “lo bueno y lo malo”, como todas las cosas.
Pero, ¿será tan así?
Nunca tendremos una visión objetiva (si es que existen) en lo que se refiere a esa época. Se habla de ello y al momento las ideas se polarizan. Es como un imán consolidador de ideologías.
Pero vamos a los hechos: desde aquel día-evento del 11 de septiembre de 1973 la radio siguió siendo clave: los últimos mensajes del Presidente Salvador Allende hacia los ciudadanos chilenos se transmitieron, en orden, por Radio Corporación y por Radio Magallanes.
Algunos fragmentos de sus 2 últimos discurso en Radio Magallanes:
“…Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación…”.
“…Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo…”
“…Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición. (Final) ”.
(Fuente: http://www.abacq.net/imagineria/mensaje.htm)
¡Vamos al punto!
En efecto, las radios emisoras de izquierda fueron bombardeadas en el Golpe y sólo algunas se salvaron.
La radio fue el primer medio en aplicar el “periodismo de trincheras”, es decir, una suerte de lanzar bombas entre combatientes, una guerra de ideologías y de clases. También fue el primer medio atacado y el que más influencias semióticas-ideológicas tuvo en los días después del ataque a La Moneda, pues era el difusor más rápido en traer información y el más instantáneo. No así con la televisión y la prensa (se demoraron unas horas y días, respectivamente, en transmitir imágenes e información). En orden, el Golpe fue visualizado así: primero escuchado, luego visto y por último leído.
En la “Operación Silencio” el ejército hizo callar a las radios difusoras fieles al ex gobierno de la UP tras un bombardeo. De ahí en adelante, se polarizó la sociedad chilena y la radio fue víctima de usos y malos usos por ambos lados, derecha e izquierda. Utilizada como el siempre medio leal, de fácil acceso e inmediato, no tenía competición a la hora de informar los últimos hechos de la contingencia nacional.
El gobierno militar también pudo consolidar su poder gracias a la proclamación y rápida utilización de una “ley sonora”, en pocas palabras, un control a todo tipo de mensajes radiales. Frecuencias radiales autorizadas fueron dadas a conocer por la emisora de las FF.AA. (Fuerzas Armadas). Los bandos tenían 3 funciones principales: 1) asegurarse el control político-militar mediante una efectiva comunicación interna, 2) instar la adherencia de la población a su causa y para 3) ofrecer a la población su informe sobre los acontecimientos del día.
Así, durante 16 años hasta el plebiscito de 1988, este medio se fue apagando lentamente bajo un control fuerte que no dejaba lugar a la libre expresión y, por el otro lado de la oposición, se centraron en atacar a los enemigos y hablar sobre temas censurados (como qué pasó con los detenidos desaparecidos). Ahora, en la vuelta a la democracia, no es posible ver con orgullo ese periodismo de trinchera, que va en busca de la noticia sin importar las consecuencias. Hoy en día el gobierno, a pesar de ser conciente que debe apoyar la libre expresión y la expansión cultural, no hace más que controlar por debajo, como si se viera muy sutilmente, detrás de los grandes magnates y políticos que aún los medios no están en las manos de la sociedad chilena, sino en manos de actores que creen saber dominar y jugar el juego de la información. No comprenden que su influencia y poder sobre los medios se está desgastando. Sino, por favor ver las noticias sobre despedidos masivos en canales de televisión o ver lo que está pasando con El Mercurio de Valparaíso.
Fuentes: http://www.hemisphericinstitute.org/journal/3.1/eng/en31_pg_oquendo_villar.html
“Chile Inédito: Periodismo bajo democracia”. Ken Dermota.